Este detalle con el camarero puede parecer amable, pero realmente le estás haciendo una faena

Este detalle con el camarero puede parecer amable, pero realmente le estás haciendo una faena
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Pasarlo mal en un restaurante viendo a un camarero agobiado mientras lleva platos continuamente es una reacción humana. Muy humana, y aunque un plato sea un plato (y un vaso sea un vaso), es posible que ciertos detalles de cortesía con los camareros puede que les estén haciendo un flaco favor a la hora de desempeñar su trabajo.

No porque prefieran que seamos clientes ariscos, desagradecidos y creídos, sino porque este gesto, que puede parecer amable y cortés —que lo es— quizá no sea tan práctico como pensemos y no les esté ayudando.

De hecho, es posible que les esté complicando la manera de recoger la mesa, razón por la que no deberíamos estar interfiriendo en sus dinámicas de levantar mesas, platos o cubiertos.

El gesto en cuestión, que más natural no puede ser, es el de ponernos a apilar torres de platos con la intención de que el camarero no tenga que ir luego recogiendo uno por uno cada plato y así ahorrarle tiempo.

Lo malo es que con estas torres de platos corremos varios riesgos, a cada cual peor. Uno de los más elementales es que no siempre pasamos todas las sobras al mismo plato, motivo que hace que la torre esté inclinada —no como la Torre de Pisa, pero casi— y se pueda producir un desequilibrio.

El riesgo de ser muy educado

También porque ese mismo desequilibrio implica que el camarero modifique su forma de trabajar o tenga que hacer un viaje extra. La forma profesional de levantar los platos de una mesa es valerse de una mano hábil para recoger los platos, mientras que en la otra vas depositándolos.

De esta manera también se consigue tener algo más de control sobre un elemento primordial: la recogida de los cubiertos. Cucharas, tenedores y los siempre peligrosos cuchillos son parte fundamental de esta recogida y si los dejamos en ciertos bordes de platos o mesa, o directamente los metemos bajo la torre de platos, nos arriesgamos a que se caigan o que provoquen un accidente.

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Por todas estas razones, lo que parece un gesto de comprensión y cortesía con el que pretendemos ser amables y facilitar la tarea de un camarero acaba convirtiéndose en un trabajo añadido que, además, puede implicar ciertos riesgos acrecentados.

Imágenes | Freepik

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