Personalmente no nos gusta nada que sobre comida, ni en el plato ni en la bandeja o fuente de servicio, así que medimos, dentro de nuestras posibilidades, lo que se va a comer cuando se realiza un menú para muchos. De momento hemos tenido buen ojo y nadie se ha quedado con hambre. Intentamos proporcionar comidas sanas y de fácil digestión y así llegan también a los postres, el mejor punto y final para una comida especial.
Pero nos encontramos en días de grandes puestas en la mesa, lo que repercute en grandes comilonas, y aunque comamos tres veces más de lo que acostumbramos, es fácil que no se acabe todo lo que se ha cocinado, como decíamos, nosotros lo evitamos, pero todavía nuestras madres son de las que prefieren que sobre a que falte.
Seguro que no son las únicas, si abrimos la puerta de los frigoríficos de muchos hogares españoles, seguro que encontramos langostinos, pescado relleno, pavo, canapés… Este es uno de los grandes peligros de la Navidad, las sobras. El problema surge porque estos alimentos pueden ser causantes de toxiinfecciones alimentarias, después de haberlos manipulado, cocinado, llevado a la mesa, sufrido cambios de temperatura, vuelta a la cocina, vuelta a manipularlos para guardarlos en el frigorífico, etc., aumenta el riesgo de contaminación.
Al día siguiente pretendemos comer las sobras, sea recalentándolas o utilizándolas para hacer otro plato, como unas croquetas, unos canelones, etc. Pero ¿habrán comenzado las bacterias su trabajo?, ¿hemos realizado una correcta manipulación de los alimentos que sobraron?, ¿tendremos el estómago para seguir con tan copiosas comidas o habrá que volverlo a guardar?.
En esto de ahorrar trabajo y dinero conservando los alimentos, puede ir nuestra salud, así que os recomendamos la lectura que os ofrecimos las pasadas navidades sobre cómo conservar las sobras de las comidas navideñas, y si puedes ampliar la información, todos lo agradeceremos.