Va llegando el frío y empiezan a apetecer platos contundentes. Esta receta de sukalki me trae muchos recuerdos de infancia, el invierno, la vuelta del cole, el mantel de cuadros, la radio puesta... Es un guiso típico de tierras vascas, como su sonoro nombre indica, cocinado con morcillo, una de las carnes más agradecidas que podemos encontrar tras la vitrina de la carnicería.
Resulta un excelente plato para hacer de víspera, aunque en casa nunca nos llega más allá del mediodía; en ese caso no hay más que dejar el último paso pendiente y añadir las patatas media hora antes de servir.
Ingredientes para cuatro personas
600 gr. de morcillo de ternera, 1 cebolla, 3 patatas, 150 gr. de zanahorias, 1 puerro, 3 pimientos choriceros, un litro de caldo de carne, aceite de oliva virgen extra, perejil (opcional), sal y pimienta.
Cómo hacer Sukalki
Cortamos las piezas de morcillo en cuadrados. Calentamos una cazuela con un chorro de aceite. Salteamos la carne sin salar a fuego fuerte y dejamos que se cocine por todos los lados. Cortamos la cebolla y el puerro en juliana y las zanahorias en rodajas, y agregamos a la cazuela junto a la carne. Salpimentamos ligeramente y dejamos que se cocine durante 15 minutos.
Añadimos los pimientos choriceros abiertos y sin pepitas, dejamos rehogar cinco minutos y cubrimos la cazuela con el caldo. Dejamos que cueza durante dos horas, añadiendo más caldo si fuera necesario.
Pasado ese tiempo separamos y reservamos la carne, y trituramos las verduras con el caldo. Disponemos en una cazuela la salsa resultante junto a la carne y las patatas, cortadas en rodajas de un centímetro, y dejamos que cueza a cazuela tapada durante 30 minutos o hasta que las patatas estén cocinadas. Rectificamos de sal y servimos, si lo deseamos, espolvoreado con perejil picado.
Tiempo de elaboración | 180 minutos Dificultad | media
Degustación
Esta receta de sukalki aúna la suavidad de la patata con la ternura de la carne de morcillo, que se desmiga en la boca y nos regala su gelatina. El largo tiempo de cocción merece la pena ya que el resultado es un guiso hecho de manera tradicional, sin prisas, y con la debida antelación. Todo un placer.
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